Fin de semana = reuniones sociales = HAMBRE intenso
El fin de semana es el estrés más fuerte de la detox. Es inevitable, te juntás con amigos, con tu flia, con la flia de tu novio, eventos, comida, golosidades que extrañás, y todas las ricuras posibles juntas, absolutamente todo lo prohibido viene a tu encuentro el fin de semana.
Ya el viernes a la tarde no daba más. Terminé la semana muy débil, y con unas galletas de arroz con Casancrem y dulce light, para premiarme, cosa que no debía hacer. A las 11 de la noche estaba dormida y destruida, y lo peor todavía no había pasado.
El sábado empecé bien, las mañanas de batidos frutales siempre son fáciles y ricos. Sobretodo con este perfecto escenario natural para disfrutarlo:
Los problemas llegan a la tardecita, cuando pensás que venías bien pero sin darte cuenta flaqueás. Fui a un cocktail espectacular, donde había un catering que se veía exquisito, y lo era. Después de 3 horas de ver pasar bandejas con bocaditos y mini sandwichitos, me quedé unos minutos contemplando los restos, y meditando sobre los 16 días que faltaban para terminar con este escándalo de hambre. De masoquista, seguí mirando esos sandwichitos de pavita y bocaditos de no sé qué. Y bueno, la carne es débil. Terminé convenciéndome a mí misma de que nada malo podía pasar por probar un mini bocadito, después de 2 semanas de prohibiciones. Y así fue, pequé con 2 deliciosos bocaditos. Se me hinchó un poco la panza después, pero al menos los disfruté. Mi conclusión fue, que esto es muy difícil, pero todavía tengo objetivos que cumplir y no voy a dejar que dos bocaditos tiren a la basura todos estos días de esfuerzo. Un tropezón, no es caída. Es Clean, esto es así, pasito atrás, pasito alante.
El domingo también fue difícil. Ya prácticamente cada vez que voy a alguna reunión, pienso en la comida, con cuántas cosas más me va a seguir tentando el diablo. Y al mediodía tenía un cumpleaños, infierno asegurado. Me llevé mi viandita, de quinoa y mijo con vegetales salteados con una rica salsitaq:
Igual, el cumpleaños obviamente no me tuvo piedad: asado, tortas, tortas, y más tortas. Llegaron las velitas y huí del lugar.
Lo mejor de todo el fin de semana, fue su fin. Fui a comer a un lugar vegetariano, crudivegano, el Disney de la detox. Se llama Bio, en Palermo Hollywood, y parece que su dueña da clases de cocina. Es una casona de techos altos, lookeada muy veggie. Jarra de frambuesas, hamburguesa de nuez con una salsa de los Dioses, acompañado de verdes. Uno de los platos más ricos y exóticos que probé, sin duda para repetir. Las fotos medio pelo, pero fue un manjar:
Hoy, calculo que voy bien. Batido de mango a la mañana, y a mediodía un plato que me encantó. Hummus casero con verduras crudas, y rezo para superar esta tarde:
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